El 1 de octubre de 2012 llegué al que, sin saberlo, se convertiría en mi hogar durante 17 meses, que se dice pronto. Se trata de la residencia Old Port House o El Puerto, en el corazón de Bristol. Dicen que en su momento fue una cárcel para exclavos. Puede ser, ya que al puerto de Bristol llegaban muchas embarcaciones en las que transportaban a los exclavos. Hace unos años unos ingleses lo reformaron como vivienda y actualmente es un gran sitio para vivir cuando uno llega nuevo a la ciudad y no cuenta con mucho presupuesto para una casa.
Recuerdo perfectamente mi primera noche allí. Yo venía de una mala experiencia en Gales, con miedo porque no sabía que iba a encontrarme allí, aunque conocía a alguien en Bristol (un familiar) no quería tener que recurrir a ella. En seguida todos me recibieron como si fuera una más y me preguntaron que si quería irme con ellos de fiesta a Park Street después de hacer un botellón en casa. Por lo general la gente allí es muy abierta y recibe con los brazos abiertos a los que llegan nuevos.
Desde que yo llegué ha evolucionado mucho, no era ni la mitad de lo que es ahora. Contábamos con dos plantas, en una estaba la lavadora, un piso y algunas habitaciones, y en la otra más habitaciones, una pequeña cocina y un saloncito muy acogedor en el que veíamos películas casi veinte personas sentados donde podíamos. Pronto ese salón pasó a ser dormitorio y nuestra sala de estar era el comedor.
La cocina era diminuta, pero nos organizábamos para cocinar allí todos (ahí aprendimos lo que era el compañerismo, compartir todo, el respeto y la convivencia).
Teníamos sólo dos duchas para todos, por lo que tuvimos que aprender a organizarnos, y si queríamos salir había que empezar a ducharse pronto para que todo el mundo estuviera listo a una hora prudente. Aprendimos a organizarnos y nunca tuvimos ningún problema, casi todo el mundo respetaba sus turnos de limpieza y colaboraba en tenerlo lo más decente posible.
Había dos plantas más en la parte superior del edificio, pero solamente había un piso. Más adelante viví en él por mucho tiempo. Arriba del todo sólo había oficinas, que más adelante pasaron a ser dormitorios. No había nada más allí hasta que construyeron una cocina enorme, un hostel y una sala de estar.
Al principio alquilaba las habitaciones el casero, pero a medida que empezó a crecer lo ayudaba con el alquiler una chica que iba a dejar Reino Unido y necesitaba el dinero. Le dieron la oportunidad de ahorrar a cambio de alquilar las habitaciones por un porcentaje. Cuando esta chica se marchó la relevó otro chaval, que además de ocuparse del alojamiento hacía pequeños arreglos por el edificio, y al irse él llegó la actual manager, que en mi opinión es la que más se ha preocupado por los huéspedes y desde que está ella se han mejorado muchas instalaciones, además de que siempre que la hemos necesitado ha acudido.
Al principio alquilaba las habitaciones el casero, pero a medida que empezó a crecer lo ayudaba con el alquiler una chica que iba a dejar Reino Unido y necesitaba el dinero. Le dieron la oportunidad de ahorrar a cambio de alquilar las habitaciones por un porcentaje. Cuando esta chica se marchó la relevó otro chaval, que además de ocuparse del alojamiento hacía pequeños arreglos por el edificio, y al irse él llegó la actual manager, que en mi opinión es la que más se ha preocupado por los huéspedes y desde que está ella se han mejorado muchas instalaciones, además de que siempre que la hemos necesitado ha acudido.
El edificio se comunicaba desde el interior con una discoteca que abría para celebraciones privadas y a la que teníamos prohibido bajar si alguien estaba allí de fiesta. Recuerdo que contaban una anécdota de que cuatro chicos bajaron durante una fiesta en la que solo había negros y los pillaron porque en las cámaras se veía a todos los negros y cuatro bultos blancos que aparecieron de repente. Esa discoteca es ahora un hostel y la oficina de la manager.
También comunica con el restaurante homónimo, de cocina española, en el que la mayoría de los empleados viven en la residencia porque intentan dar trabajo a la gente de allí, más cómodo para todos.
Ahora que no vivo allí echo de menos ese rollo tan familiar que hay allí, si te falta algo siempre habrá alguien que te lo preste, si tienes algún problema o un mal día alguien te escuchará e intentará ayudarte. Le debo mucho al Puerto, a sus trabajadores y a toda la gente que ha pasado por allí y con la que he tenido la suerte de convivir. Todos de alguna manera me han aportado algo.
A pesar de todas las críticas que recibe desde el grupo de facebook Españoles en Bristol (que por otra parte a veces se podría llamar "Aburridos en Bristol") para mí ha sido, es y será mi segunda casa, y en caso de necesitar un hogar no dudaré en acudir a ellos de nuevo.
Desde aquí solo dar las gracias a Jodd, Tarik, Laura y a todos los compañeros que viven o han vivido allí, tengo la suerte de contar con algunos de ellos como amigos.
Gracias Ana, aunque ya no pertenezco a Old Port House, para mi tener gente como tu en la residencia es lo que me hacía luchar por hacer de ese lugar, dentro de las posibilidades ,un lugar donde dar los primeros pasos en el país fueran lo más aceptables posibles.
ResponderEliminarComo tu dices a pesar de las críticas, hay gente que ha sabido valorar el esfuerzo que significa llevar un negocio como este, aunque entre esos críticos, fueran ellos los que no ayudaban a llevar una buena armonía en el edificio.
Como bien sabes, no es fácil llegar y establecerse y creo que hemos dado, mientras yo permanecia alli un trato y servicio razonable al tipo de alojamiento que vendíamos.
Ojala hubieran habido mas gente como tu, que de manera positiva, hacia la convivencia y el dia a dia mas fácil.
Un placer haber hecho tu llegada un recuerdo bonito.
Laura F.